La vida en el mar
"No
hay nada más seductor y esclavizante que la vida humana en el mar”
Joseph Conrad
Un escarabajo deja sus huellas en
staccato sobre la arena, las cigarras cantan haikus sobre los matojos
que se mecen por el viento. No hay ni un pedazo de cielo sin cubrir
de un gris semejante al que deja el humo de los cigarros.
Los mosquitos se arremolinan a mi
alrededor, mi piel está pegajosa por la humedad. Las gaviotas
extienden sus alas todo lo que pueden para planear sin moverse del
sitio y en las azoteas las sábanas blancas parecen querer imitarlas
con alas de barro.
Los gatos trepan por las ruinas del
viejo hotel que viste con redes, se esconden cada vez que pasa por
allí el faro con sus pasos estruendosos. Las altas palmeras bailan
una polka inventada por algún loco, oscilan de un lado a otro sin
moverse nunca del sitio, como las gaviotas.
Trepo por las dunas, la marea está
alta y miles de algas se arremolinan en la orilla por no escuchar las
batallas del viejo mar azul claro. Urano debió fecundar de nuevo las
olas blancas y espumosas para que nacieran las palabras.
¡Ha del barco!
¡Ah, soledad!
Me llega una desgastada botella del
mar. Dentro solo hay café y una nota que dice escúchala.
A lo lejos, la ciudad; por encima, las
montañas a punto de nieve.
Puede que aquello fuera la bocina de un
coche en un atasco,
Puede que esté sonando la estridente
salmodia de una sirena,
Puede que aquello fuera un pobre
borracho gritando,
Puede que esté lloviendo sobre
paraguas y pena.
Pero yo no oigo nada con el arrastrar del escarabajo
con el recitar de las cigarras, con el gris de los cigarros,
con el zumbar de los mosquitos que vuelan bajo,
con el planear de las gaviotas ni las sábanas de barro.
Parece que suenan las risas enlatadas
de una televisión,
parece que un perro es perseguido por
niños con palos,
parece que un viejo está muriendo solo
en su habitación,
parece que un bebé llora en la
habitación de al lado.
Pero yo oigo el trepar de
los gatos y el paso del faro,
el bailar de las palmeras
al ritmo de la canción de un loco,
las viejas batallas
contadas por el mar claro,
el eyacular de Urano sobre
el agua que toco.
¡Ha del barco!
¡Ah, soledad!
A la mar me voy, mis hechos dirán
quién soy.
Escuchala...
ResponderEliminarGenial
Bienvenida
Qué bonito que vuelvas
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