In memoriam
El camino hacia el cementerio es largo.
Los abrigos negros avanzan silenciosos entre los cipreses blancos. El
cielo llueve congestionado, llueve sobre mi cara, sobre los paraguas
y los pasos. A lo lejos se levanta la loma de nuestros olivos, y me
viene a la memoria el tacto de sus ramas peinadas y sus aceitunas
suaves, de cómo los jerséis sudaban campo y el vaho calentaba y
humedecía nuestros labios a través de las prendas. Tú te subías
al tronco y te hacías olivo y tu cabeza flotaba sobre las hojas con
tu boina y su rabillo. ¿Por qué no la llevas ahora que es todo tan
frío?
La capilla tiene yedra trepando por las
paredes, por las lápidas, mesas de mármol con una laguna en medio
para que las familias se reúnan alrededor. El coche fúnebre se para
y se abre. Los hombres te cogen a hombros resoplando, aunque ya no
pesas. Mi padre llora, el peso recae sobre todo en él, ha olvidado
el estoicismo que heredó de ti. Recuerdo bien los días épicos de
Vivar, cuando recitabas sus versos de memoria, cuando
todavía tenías memoria y no te temblaba la voz. Te ponías de pie y
te hacías tan grande como el Cid, Justo el Campeador. ¿Contra qué
luchas ahora? La muerte es una cura porque ya no te hace falta
recordar. Ni que yo me ponga pantalones rotos para que me reconozcas,
ni que tengamos que repetir los nombres, las caras, lo que pasó
ayer, o hace veinte minutos. Ya no te tienes que
agobiar más porque estemos todos aquí y no sepas por qué. Te
estamos inhumando, sin tu boina, sin tu memoria, sin tus olivos ni tu
porte campeador. Te estamos enterrando sin nada de lo que eras tú.
¿Se secará el cemento con esta lluvia? Nos vamos. La muerte es una
cura porque ya no tendrás que recordar. La muerte es una cura porque
olvidarás la angustia que dejan las ausencias.
La muerte es esta lluvia limpiando la memoria.
Como dijo el poeta:
ResponderEliminar"La muerte siempre me queda demasiado grande..."